El corazón verde de Estella

“El parque de Los Llanos tiene una extensión total que supera los 110.000 m2“

La vegetación del parque de Los Llanos creció sobre lo que antiguamente, hace más de un siglo, quizá dos, era un arenal o escombrera. El paseo junto al río tiene una superficie de 34.000 metros cuadrados. A principios de los años 90, el parque amplió su superficie 24.000 metros más con las dos campas actuales: la que alberga el skate park, próxima a la pasarela de Fray Diego, y la que linda con San Benito. Fue en el año 2000 cuando se realizó la última ampliación. El parque ganaba 2.000 metros cuadrados más con el ensanchamiento del paseo junto a las propiedades particulares que persisten en el interior de Los Llanos. 

En la actualidad, los estelleses disfrutan de 60.000 metros cuadrados de zona verde (paseo y dos campas con césped), que podrían ampliarse próximamente con San Benito en 4.000 metros más, si se derriba el muro perimetral que hoy separa la parcela del parque. Como límite de Los Llanos, desde los puentes que unen la travesía hasta el límite natural que marca el río Ega, Los Llanos tiene una extensión que supera los 110.000 metros cuadrados. Casi la mitad de esta superficie está urbanizada o pertenece a particulares. Es el caso del convento de Santa Clara, con unos 12.900 m2; la Ikastola, en torno a 7.000 m2; el restaurante Navarra, ubicado en una parcela de unos 1.900 m2, y diversos chalés. 

Un paseo por el corazón verde de Estetlla permite observar diversas especies forestales, aunque sea el platanero de paseo la especie más común, según explica el jefe de Servicios del Ayuntamiento de Estella, Paco Albizu. “El platanero supone un treinta por ciento de la vegetación. Después están los tilos, los álamos blancos y negros, las acacias y también hay algún olmo siberiano”, apunta. Rica es también la vegetación de la orilla del río, donde crecen, principalmente, alisos, fresnos y sauces, especies que contribuyen con sus raíces a fijar la tierra en la orilla. 

“Los árboles de Los Llanos tienen en general buena salud. Los plátanos enferman levemente cada primavera de ‘antracnosis’, este año menos porque no ha llovido mucho. Por lo demás, el único problema que existe es la superpoblación en varios puntos, donde los plátanos dominan a los tilos, no les dejan luz y les llevan a una formación inadecuada”, añade el Paco Albizu. La principal preocupación, sin embargo, proviene del efecto del hombre sobre la naturaleza mediante un mal uso, e incluso con el vandalismo. “Por lo general, las vecinos respetan los especies, pero un solo gamberro puede acabar con varios años de la vida de un árbol”, explica el jefe de servicios municipal. 

Los Llanos requieren por parte de la brigada municipal un mantenimiento constante, que pasa por cortar la hierba, el riego, la retirada de ramas que se caen de los árboles y también al poda cuando la situación obliga a ello. Por ejemplo, las ramas se podan en el momento que interfieren en otros árboles impidiendo su crecimiento normal o cuando hay riesgo de caída que pueda crear peligro para los paseantes. “Aunque mucha gente no lo entienda, debemos seguir interviniendo en Los Llanos y cortar algún platanero en mal estado. Muchos compiten entre sí y los mal parados hay que cortarlos. Por supuesto, también hay que plantar algunos ejemplares donde Los Llanos están más despoblados”, añade. 

El vendaval de 1996

En la memoria de los estelleses estará fresco el recuerdo del vendaval de 1996. Las rachas de aire que superaron con creces los 100 km/h derribaron tilos y olmos, algunos con muchos años de vida y auténticas insignias del paseo. Diez años antes, en 1985 fue la enfermedad ‘graciosis’, la que afectaba a los olmos. “Por eso hemos ido repoblando poco a poco. También hay árboles que enferman, porque aunque viven muchos años, no viven siempre. Por ejemplo, hace unas semanas se cayó, porque estaba enfermo, un platanero junto al quiosco de La Hormiga”, añade. 

La primavera trae consigo el verdor y la luminosidad al paseo de Los Llanos. Aunque en ningún momento del año se queda sin visitantes, cobra mucha más vida con la llegada del buen tiempo y se llena de actividad. Los niños ponen sus sonrisas, desde las silletas o los columpios; los bancos encuentran compañía, sobre todo aquellos a los que llega un rallo de sol; patinar, disfrutar de un helado, tomar una cerveza en el chiringuito de La Hormiga, tumbarse en la hierba de la pradera, andar en bici o pescar son tan sólo algunos ejemplos que permiten desconectar del ruido y respirar profundo en el corazón verde de Estella.