Con un presupuesto reunido con donaciones de los vecinos y una subvención de 680 euros del Ayuntamiento, los vecinos del barrio diseñaron dos días de entretenimiento en la calle que comenzaron el viernes 29, día del patrón San Miguel.
A las siete de la tarde se ofició una misa en la iglesia parroquial, seguida por una chistorrada popular y patas asadas, que contó con mucha asistencia en la plaza Espoz y Mina. Un grupo de vecinos voluntarios prepararon y repartieron 23 kilos de chistorra y 30 de patatas en una degustación que sirvió para el encuentro. La tarde seguía con bingo y con música de DJ.
El sábado, jornada central, no dejó un minuto libre desde las nueve de la mañana cuando los gaiteros tocaban dianas. A las diez, una chocolatada espabilaba a los madrugadores y a las once los hinchables y las gomas comenzaban a recibir a los niños que esperaban su turno en largas colas. La mañana fue momento también para un espectáculo de pomas de jabón y un encierro infantil con carretones.
Comida para 150
Una comida popular, preparada por La Bota, con la paella como plato principal reunía a 150 comensales. A los postres se realizó una rifa de una cesta y otros productos, todos ellos donados por los comercios del barrio y cuya venta de boletos contribuyó a la organización de las fiestas. Siguió una sesión de bingo, la música del Dúo Jalisco y la final de los campeonatos de mus, brisca y Martino y reabrieron los hinchables para deleite de los más pequeños de la casa.
Entretenimiento no les faltó a los niños en la plaza Espoz y Mina, epicentro del barrio y de la fiesta. A las cinco de la tarde, en torno a una treintena de mesas acogían una nueva edición del rastro infantil de juguetes que cada año tiene un mayor seguimiento. Como una mejora introducida en el programa con respecto a ediciones anteriores, el rastro se trasladaba a la tarde, para permitir a los niños y a las familias disfrutar de la programación de la mañana sin estar pendientes de atender los puestos. Cuentos, libros, juegos de mesa, coches y toda suerte de juguetes que los niños participantes ya no usaban recibieron una segunda vida en otros hogares.
En la tarde calurosa del sábado 30 de septiembre la música de DJ, el torico de fuego, los fuegos artificiales y una última sesión de bingo pusieron el broche a dos intensos días en el barrio de San Miguel.