
Un artista del siglo XX y otro del XXI. Uno pone el foco en las figuras humanas, mientras que el segundo en espacios naturales. En la obra de Maeztu, el paisaje sitúa a los personajes en un lugar. “De ahí que su importancia sea la de relacionar el simbolismo que quiere expresar con los personajes, con un espacio determinado”, apunta Garrido, conocedor de la obra del pintor alavés.
Garrido, que vivió seis años en Estella en los años 90, conoce bien los alrededores y una luz a la que, asegura, le costó habituarse. Su mujer, Nati, también es protagonista de una de sus obras. Recostada en un sillón, aparece leyendo un libro mientras a su lado el retrato de María de Maeztu mira a los visitantes.
Viejo conocido de este museo, es la séptima vez que Luis Garrido Pérez expone sus creaciones en el centro estellés. Otros autores como Fermín Alvira han participado con anterioridad en el programa ‘Miradas cruzadas’, iniciativa del museo Gustavo de Maeztu.