Si bien el año 1951 marca el inicio de la espeleología en Tierra Estella, desde el Grupo de Espeleólogos indican que, años antes, ya se practicaba la espeleología en Estella. Uno de esos pioneros fue Félix Ruiz de Arcaute, que exploró las cavidades de la zona junto al estellés Eugenio Roa y otros hombres célebres. Félix Arcaute falleció en 1971 explorando el sistema de la Pierre San Martin. Dos años después, el grupo se integró en la Institución Principe de Viana. “Algunos años más tarde, el grupo de espeleología se separó del club montañero para formar un club independiente, que pasó a llamarse Grupo de Espeleología de Estella-Lizarrako Espeleologi Taldea”, informaba María Napal, actual presidenta del grupo.
La espeleología se puede definir como la exploración del mundo subterráneo. “Aunque algunos lo entienden más como un deporte, en realidad tiene mucho de ciencia. Es decir, la técnica y la actividad física es el medio necesario para desarrollar nuestro fin último, que es explorar cavidades desconocidas”, explicaba María Napal, que comprende que la espeleología pueda tener un enorme atractivo para aquellos que la practican como deporte o actividad turística. “Algunos lo consideran un deporte de riesgo por la hostilidad del medio -húmedo, frío, sin luz natural, sin más comida que la que se haya llevado desde el exterior- o la practican como una actividad de turismo. Es comprensible. Por una parte es una actividad física muy exigente que requiere resistencia física y mental y, por otra parte, es cierto que bajo tierra existen rincones de gran belleza, que muy pocas personas han podido conocer y eso atrae mucho”, expresaba Napal. Lo que está claro es que la espeleología permite hacer ciencia y por ello, para muchas personas tiene más interés como tal. “Acceder a galerías subterráneas permite estudiar la geología de las mismas -presencia de fallas, rastros de actividad tectónica, sedimentología- y comprender la evolución geológica de la región, o paleontología -como el yacimiento de oso cavernario en la cueva de Amutxate, en Aralar-, o arqueología y patrimonio –como Santimamiñe y otros muchos ejemplos en la costa vasca-. También permite llevar a cabo estudios de hidrogeología, para entender mejor el funcionamiento de las cuencas hidrográficas y su régimen, la dinámica de los acuíferos, etc”, detallaba la espeleóloga estellesa, María Napal. El Grupo de Espeleología de Estella continúa recogiendo datos de los acuíferos a través de un sistema de medición de los niveles de agua del acuífero de Itxako. “Todavía no han sido analizados porque se necesitan series largas de varios años para poder ver patrones y poder extraer conclusiones globales. Lo único que tenemos claro es que Itxako (Lókiz norte) funciona de manera muy diferente a Lókiz sur, que está mucho más conectado con el río Ega”, informaba Napal.
Urbasa y Andía, dos paraísos para la espeleología
El Grupo de Espeleología ha explorado cientos de cavidades en la zona. El parque natural de Urbasa-Andía, al ser terreno calizo, es una de las zonas con mayor número de cavidades interesantes, aunque tal y como explicaba María “se trata de un parque protegido y cualquier actividad tiene que llevarse a cabo con el permiso del Guarderío Forestal y Gobierno de Navarra”. También tiene interés Lóquiz, pero en menor medida por la litología, que no permite la formación de tantas cavidades. Una de las cuevas más conocidas es la de Basaura, “pero no se recomienda su visita porque se está deteriorando muchísimo una colonia de murciélagos que en sus tiempos fue muy importante pero está en declive. Hay que pedir permiso o evitar visitarla”, informaba la espeleóloga estellesa. En Navarra todas las zonas calizas tienen interés. “Aralar, con varias cavidades rondando los 500 metros de profundidad, Putterri, Belate y, sobre todo Larra, con sistemas mucho más extensos y profundidades de hasta 1.000 metros o más”, detallaba María. En las cavidades, habitan murciélagos -en pocas, y pocas colonias importantes-, pequeños insectos, como por ejemplo escarabajos, o ciempiés asociados al guano (excrementos) de murciélagos, opiliones -las arañas de patas largas y finas-. En el agua puede haber crustáceos y colémbolos, unos invertebrados de pequeño tamaño que viven en el suelo. “La particularidad es que en muchas cuevas hay endemismos –especie que se encuentra sólo en una localidad- restringidos a esa cavidad o a unas pocas cavidades de la zona”, detallaba María Napal.
El Grupo de Espeleología de Estella continúa con la exploración de Urbasa ya que quedan zonas interesantes, no por la profundidad o desarrollo de sus cavidades, sino porque ofrecen información de la configuración interna del terreno. También se encuentran inmersos en la exploración de Aralar. “La verdad es que ahora, como en Estella estamos pocos, estamos más volcados en colaborar con exploraciones en otras zonas, con grupos con los que colaboramos, que son también grupos pequeños, y de esta manera es más fácil sacar las exploraciones adelante”, informaba María.
Pasos a seguir para explorar una cavidad
María Napal explicaba que lo primero es prospectar: reconocer el terreno en busca de cavidades. A veces dan la pista los pastores o habitantes locales, otras veces hay que rastrearlas, paseando y buscando en lugares donde puedan abrirse bocas. “Muchas veces es necesario mover piedras de la entrada para poder franquear el paso ya que después de décadas de actividad espeleológica en la zona, si no se conocen todavía, es porque no estaban muy visibles”, apuntaba Napal, quien explicaba que las primeras entradas siempre se hacen con mucha precaución, por si hay terreno inestable. “Generalmente a prospección se lleva un arnés y unos metros de cuerda que permita bajar un poco, unos 10-12 metros. Si es una cavidad interesante se vuelve con más material. En las primeras visitas se instala algo provisional, como por ejemplo los árboles, pero si se va a seguir explorando ya se ponen anclajes más seguros”. A partir de entonces, se pasa a explorar y simultáneamente a topografiar y fotografiar, para que todo quede documentado. María Napal quiere dejar claro que “es importante saber que, salvo en cavidades horizontales y de escaso recorrido, no es bueno adentrarse sin formación o acompañamiento. Si se colocan instalaciones sin tener conocimiento, pueden producirse accidente o inutilizar instalaciones existentes. “El medio subterráneo es frágil y las visitas muy frecuentes pueden dañar a la fauna, flora propia de las cuevas y perturbar los ecosistemas”, explicaba Napal.
El Grupo de Espeleología de Estella está abierto a acoger a nuevos socios. “Sería necesario porque hace falta relevo generacional. En los últimos años la actividad ha bajado bastante por la edad de los miembros, cargas familiares, etc. Sería muy interesante que se incorporase gente nueva que diese continuidad a la exploración. Aún quedan cosas por hacer”, concluía María Napal.
Hitos del grupo
• Exploración del macizo de la Piedra San Martín y de las zonas de Ukerdi y Budogía en el macizo de Larra. En concreto, el grupo de Estella (entonces
parte de la institución Principe de Viana) tuvo un papel crucial en la exploración de la mítica BU56, que en su momento fue la cavidad más profunda
del mundo, aunque perdió ese record hace muchos años.
• Exploración de los macizos de Urbasa, con centenares de cavidades exploradas.
• Exploración del sector Jurásico de la Sierra de Aralar, donde se ha explorado una de las cavidades más importantes en desarrollo y profundidad de
Navarra (excluyendo Larra).
• Exploración en los años 90 de sifones y manantiales (Ubagua, Itxako…), en colaboración con el grupo Tritón. En una de esas exploraciones falleció
Félix Aramendía, intentando penetrar desde el río Itxako hasta el lago del mismo nombre, en el interior de la cueva de Basaura. En su honor, en la
cueva de Basura, en la vertical de la sima, existe una placa con la inscripción “el eslabón no es nada, lo que cuenta es la cadena”, inspirada en
la inscripción con el mismo texto que se encuentra en la entrada de la Basaburuko (Piedra de San Martín), en recuerdo de Félix Ruiz de Arcaute y
Marcel Loubens.
• Son parte del grupo de voluntarios del Espeleo Socorro Navarro.
• Muchos años después han vuelto a la exploración de la BU56, en una campaña que organiza la Unión de Espeleólogos Vascos y la Federación Navarra de Espeleología. Aunque parecía imposible se han encontrado sectores desconocidos y se han topografiado algunos kilómetros nuevos de cavidad.
Así es
Fundación. En 1951 se fundó el Club Montañero Estella, que contaba con una sección de espeleología. Años después se independizó del club y comenzó su labor por separado.
Nº de socios: 10, aunque cuentan con más personas federadas.
Junta directiva: María Napal, presidenta y secretaria; Ángel Crespo, tesorero.
Financiación: cuotas de socios, 20 euros anuales; y a través de contratos o subvenciones con entidades.
Actividades: No hay actividades abiertas al público, las salidas se organizan entre los socios y con grupos de otras provincias con los que colaboran, pero no existe un calendario programado de salidas.
Contacto: espeleolizarra@espeleolizarra.com; mnapalf@hotmail.com. Blog. espeleolizarra.wordpress.com
Entrevista
MARÍA NAPAL
Presidenta del grupo y profesora de Magisterio en la UPNA
35 años
Estella
¿Cómo llegó la espeleología a tu vida?
En un campamento de tiempo libre. Con un amigo que era espeleólogo hacíamos actividades de aventura con los chavales, cuando aún no había tantas empresas de aventura. Al principio sólo practicábamos monte y barrancos pero luego me enseñó las técnicas de espeleología y desde el primer momento me enganchó. Al poco tiempo hice el curso de iniciación, y al año siguiente me metí al GEE/LET.
¿Qué te aporta?
La espeleología engancha mucho, más que ningún otro deporte. La adrenalina que se siente al localizar una galería que nunca nadie ha pisado, no se puede comparar con ninguna otra sensación. También me aporta satisfacción y orgullo por lo mucho o poco que se haya contribuido a mejorar el conocimiento del subsuelo y del terreno.
Como escalando, la espeleología te hace desconectar del trabajo, las prisas y las preocupaciones. Hay que estar tan centrado que desconectas del exterior, el dejar de escuchar ruidos, dejar de ver la luz exterior, también ayuda. Además, se crean lazos de amistad que no se hacen en otros ambientes.
¿Qué destacaría del grupo de espeleología de Estella?
Fue un grupo puntero, muy reconocido en el ámbito de la espeleología vasca, aunque ahora esa generación ya hace muy poca actividad, por lo que los integrantes actuales intentaremos seguir con el camino que marcaron.
¿Cuál sería tu sueño?
Descubrir algo grande o, al menos, tener todavía por delante muchas horas y kilómetros de exploraciones. Que mis hijos se animen a descubrir la maravilla de la espeleología, cuando sean un poco más mayores.