La presidenta del Concejo, Marta Urtasun, explica que el bar restaurante y hotel rural Milaleku ha puesto a Ecala en el mapa, una localidad que, además, desde hace tres décadas, no tenía nacimientos. La llegada al pueblo del matrimonio formado por Iraia Mendikoa y Javier Rodríguez, propietarios del establecimiento y sin vínculo con la localidad, ha traído consigo a un nuevo vecino, un niño de unos meses. “Siempre hemos sido un pueblo sin servicios, con una carretera que termina aquí, por lo que por Ecala no se pasa, y no ha habido nacimientos desde el mío. La población en Ecala está muy envejecida, así que es buena noticia que venga gente joven”, cuenta.
Urtasun manifiesta su propio deseo de quedarse a vivir en el pueblo. Es consciente de las dificultades en materia de vivienda, si bien, destaca que en los últimos tiempos cuatro han sido las casas grandes que se han vendido en Ecala. “La pandemia marcó un antes y un después y desde ese momento, se han vendido cuatro casas. En dos de ellas viven a diario sus propietarios. Además, dos de los vecinos que antes venían solamente los fines de semana decidían también trasladarse al pueblo”.
Ecala dispone de sociedad, con derechos sólo para sus socios, y tres son los vendedores ambulantes que surten a los vecinos del pueblo con alimentos básicos: el panadero, el pescatero y el carnicero. “Antiguamente, cuando yo era pequeña hubo un bar en Ecala que tenía tienda de chuches, pero de eso hace muchos años”, cuenta. Ecala es un pueblo de tradición agrícola, ganadera y de leña.
Las calles de Ecala están arregladas, después de obras de mejora hace unos años. En los últimos tiempos un mural ha puesto un punto de color y, como proyecto en ciernes, el concejo quiere instalar unos columpios para acoger a las familias visitantes, del valle y de fuera, y como punto de reunión, también, de personas mayores. “Actualmente, sólo existe un frontón tradicional, en la pared de la iglesia, donde en ocasiones se hace algún partido de pelota”.
La ubicación de Ecala en un entorno privilegiado es el principal valor de su pueblo, en opinión de la presidenta del Concejo. “Es lo más destacado. Hay que venir a Ecala, no se pasa, pero quien llega valora la gran posibilidad de rutas que se pueden hacer con la sierra de Lóquiz a un lado y la de Urbasa al otro. El nuestro es un valle pequeño y todo lo encontramos al lado”.
En el aspecto patrimonial destaca la iglesia protogótica de San Miguel, del siglo XIII y en el camino a Eulate, la ermita de Santo Tomás, del siglo XVII. El núcleo urbano muestra también escudos heráldicos barrocos en algunas de las fachadas. Y como dice la canción popular, “Tres cosas tiene Ecala que no tiene Madrid, Itarteko, Zarratana y el pozo de Marimusín.”
DATOS
> Población: 37 personas empadronadas.
> Municipio: Améscoa Baja.
> Comarca: Estella.
> Merindad: Estella.
> P. judicial: Estella.
> Altitud: 633 m
> Presidenta: Marta Urtasun Galdeano (Zelaia)
Puntos de interés
Arquitectura religiosa. Iglesia de San Miguel, protogótica, del siglo XIII, con influencia cisterciense y modificaciones posteriores. Ermita de Santo Tomás, de origen medieval, barroca, del siglo XVII, se ubica en el camino hacia Eulate.
Escultura civil. Se conservan algunos escudos heráldicos, barrocos, del siglo XVII, en las fachadas de algunas casas.
Escultura religiosa. Destaca la talla de la Virgen de la Misericordia, gótica, del siglo XIV, en la ermita de Santo Tomás.
Los paseos por Lóquiz y Urbasa
La proximidad a ambas sierras. Lóquiz y Urbasa, y su entorno con infinitas posibilidades para el paseo caracteriza al pequeño concejo de Améscoa Baja.
