“Los niños plantaron 220 arbustos y colocaron etiquetas con su nombre“El miércoles día 11 a las cuatro de la tarde, los gaiteros guiaban a niños y padres desde la plaza de los Fueros hasta el lugar escogido, en el casco antiguo de Estella. Miembros de la brigada de jardinería colaboraban en el reparto de plantas y repasaban el trabajo realizado por los niños. En esta ocasión, las tareas de jardinería se simplificaban notablemente debido a la sustitución que hizo el Ayuntamiento de árboles por arbustos. En concreto, se repobló el parterre paralelo a las escaleras de la calle El Cotarro con las variedades abelias postrata, romero y cotoniaster.
La concejal de Cultura, Silvia García, explicaba que el hecho de que fueran arbustos estaba motivado por una disminución del presupuesto dedicado a esta actividad. Por su parte, el responsable de la brigada de jardines del consistorio, Celestino Legarda Idoate, apuntaba que la elección de las variedades venía marcada por su naturaleza resistente y por el hecho de que no necesiten demasiada luz para crecer. “Ésta es una zona sombría, sólo da el sol un poco a media tarde, por lo que cualquier planta no prospera”. El técnico añadía que la zona se regará manualmente mientras se instala el sistema de riego a goteo.
Punto negro
El lugar escogido para la plantación ofrece un aspecto mucho más limpio y cuidado a una zona bastante afectada por su situación junto a los bares del casco viejo. “Siempre se escogía una zona bonita para esta actividad, en el campo, pero también está bien que se vea en qué estado se encuentra el centro de Estella”, añadía Legarda. La brigada comenzó a trabajar en la zona una semana antes para colocar la tela sobre el terreno y hacer los agujeros donde los niños plantaron los arbustos. Al término de las labores de jardinería, la brigada repasaba la tarea de los más pequeños.
Las ganas de trabajar se hacían notar en la calle El Cotarro. Todos los alumnos de Primaria de los cuatro colegios de Estella estaban invitados a convertirse en jardineros por un día. Afanado en la tarea se econtraba el grupo de amigas formado por Carmen Parternáin Pagés, de 10 años, su hermano Félix, y el resto de la cuadrilla, Amaia, Leire, Lidia, Laura, Andrea y Leire. Contaban cómo se hacía. “No nos han explicado, pero es fácil. Te dan la maceta, quitamos el árbol y lo colocamos en el agujero cavado en la tierra. Luego con la maceta cogemos tierra de este cubo y rellenamos el agujero”, decía Carmen Paternáin.
Cada arbusto llevaba una etiqueta con el nombre del niño o niños que le habían dado vida. Se trataba de una medida que pretende crear un vínculo entre el niño y el árbol y que sienta las bases para el respeto a los seres vivos, como son las plantas. Con la maceta en la mano se encontraban también Fran Romero, de 5 años y de Santa Ana, e Iker Andueza, de 4 y de la ikastola. Era la primera vez que participaban en el día del árbol. La madre de Iker, Bárbara Zabalegui, explicaba lo importante que eran estas actividades para fomentar el respeto desde la infancia. Además, era una tarde diferente.
Fácil era el trabajo, según Álvaro Senosiain Ganuza, de 5 años y de Santa Ana. Junto a él estaba Ana Blanca Zudaire, de la misma edad. “Estoy ayudando a mi amigo”, decía mientras comprobaba que la plantación estaba bien hecha. •
Título
Dulce recompensa
Mil euros era el presupuesto de la recompensa más dulce y los juegos de magia.