PRIMER PLANO – Andoni Barbarin – Montañero – “El monte es una terapia extraordinaria”

La devoción del estellés por la montaña, y en concreto por el monte Beriáin, le ha llevado en los últimos años a ascender sus 1.493 metros en más de 1.000 ocasiones

El estellés Andoni Barbarin Jaurrieta (22/01/1953) es un ejemplo de constancia y de devoción por la montaña. Su relación con la naturaleza, y en concreto con el monte Beriain, también conocido como San Donato, es de atracción, como la de un imán, que le lleva a subir sus 1.493 metros prácticamente a diario. Haga frío, calor, llueva o nieve, Barbarin afronta el reto personal con estoicismo y con un derroche de energía propia de las personas apasionadas.

La montaña sólo le ha ganado una vez, cuando no pudo tocar la pared de la ermita que corona la montaña; los números hablan por sí solos. En diez años, desde 2006 hasta el 31 de diciembre de 2015, Barbarin ha subido y bajado el monte Beriain en 1.126 ocasiones. Y la cuenta sigue creciendo, como suman también otros muchos retos, la mayoría organizados desde el club montañero de Estella, del que es socio veterano. Su trayectoria y entusiasmo hacían a Barbarin merecedor de la Estrella de una Vida, que se entregaba en la gala del Deporte hace unos días.

En 2015, has realizado 264 ascensiones en los 365 días que tiene año, ¿satisfecho?
Súper satisfecho. Es un buen número. En 2015, hice un intento más, pero no llegué a la cima, el 21 de enero de 2015. Nevaba, había ventisca y mucha niebla densa; era imposible. Ha sido la única vez de toda la trayectoria que no pude llegar.

¿Por qué los ascensos diarios? ¿Cómo comienza este hábito?
En esta aventura empecé en 2006, hace diez años. Antes ya me había propuesto subir una vez al mes, y así estuve varios años, pero luego pasé a subir cada quince días y, al final, terminé 2006 con 42 ascensiones. En los primeros cinco años de esta etapa, de 2006 a 2010, sumé 320 ascensos, y ha sido en los últimos cinco años, sobre todo tras mi jubilación, cuando me he superado. El año pasado alcancé las 1.000 subidas y seguí. Terminé 2015 con 1.126.

¿Cómo te organizabas cuando trabajabas y cómo lo haces ahora?
Cuando trabajaba en Pamplona comía un pincho el viernes y sin pasar por casa, con todo en el coche, me iba al monte. Ahora, con tiempo, mi rutina ha cambiado. Me levanto, llevo a los nietos a la escuela y cojo el coche. La clave es la constancia; salga bueno, salga malo… A veces levanto la persiana y veo el día horrible, o voy en el coche con el limpiaparabrisas a tope; lo que más me preocupa es la carretera ya que son unos 70 kilómetros ida y vuelta. No todos los días son iguales, a veces estás con muchas ganas y otros no tanto; pero, aunque un día salga con poca energía, siempre vuelvo con una sonrisa de oreja a oreja.

Después de más de 1.000 ascensiones, ¿se repiten las sensaciones, las emociones o vives la experiencia siempre como la primera vez?
Cada día es distinto, porque no todos los días tú te encuentras igual. Y también me interesa el tema de las fotos. Saco muchísimas y Beriain siempre está distinto. Hay un efecto que me gusta mucho, se llama el efecto Espectro de Brocken. Cuando pega el sol hacia la niebla se forma un círculo óptico de varios anillos, con los colores del arco-iris, y se ve tu silueta en el interior.

¿Qué tiene de especial San Donato?
Primero hay que decir que Estella es un lugar privilegiado. Vivimos en un pozo pero estamos rodeados de las sierras de Lóquiz, Urbasa-Andia, de Codés, de Montejurra. Lo tenemos todo. En cuanto al monte Beriain, siempre me ha llamado la atención porque es majestuoso, muy señorial, y ofrece varias alternativas. Yo he subido por todas las vías, y la que más me gusta es la brecha. Es un monte corto pero muy intenso, con un desnivel muy bueno, y muy adecuado para preparar metas más ambiciosas. Además de San Donato, también voy a otros montes, suelo alternar, y subo a Montejurra, Urbasa, Codés, pero a San Donato nunca le quito el ojo.

Serás una de las pocas personas que mejor conoce los secretos del monte Beriain, ¿te guarda todavía alguno?
He ido por la brecha, por las fajas, por Izurdiaga, Irañeta, Yabar, Huarte-Arakil, Arruazu, Lacunza, Unanua, desde el túnel de Lizarraga por la herradura, en línea recta hasta la ermita y por diferentes variantes a estas subidas… He subido por todos los sitios. Bueno, no he ido nunca desde Goñi, pero es que apenas hay subida. También he estado con el club de noche, vimos amanecer desde la ermita y fue precioso.

¿Un montañero se hace amigo de una montaña cuando la ha subido tantas veces?
A la montaña hay que respetarla siempre. Por eso cuando tuve que volverme en enero del año pasado me dije: ‘me ha puesto en mi sitio’. No te puedes fiar. Me ha tocado encontrarme muchas veces con niebla y nieve y esto tiene su riesgo.

¿Alguna anécdota?
He conocido a muchas personalidades en el monte, pelotaris, políticos… Anécdotas, muchísimas. Una vez subía por la brecha, me acuerdo perfectamente, era el 22 de mayo de 2010, y arriba en la punta de Ihurbain, allí, había una pareja en plena acción. Ellos no me veían llegar desde donde estaban, les dije, “vosotros a lo vuestro”, y seguí.

¿Practicas el montañismo desde siempre?
Empecé a ir al monte con 12 o 13 años; iba con los curas. Ya en el ‘66 hicimos una acampada en el refugio de Larraiza de cuatro días. Al principio, eran cosas sencillas y cercanas, después más ambiciosas. El Pirineo lo tengo pateadísimo.
A principios de los ’70 me hice socio del Club Montañero de Estella y no me pierdo las salidas. Hace siete u ocho años, el club pegó un vuelvo y se hacen cosas nuevas que siempre aprovecho; he ido a Marruecos y al Toubkal tres veces, a Bulgaria, a Turquía y al monte Ararat y, este año, vamos a Rumanía.
La verdad es que a mí antes me gustaba mucho el futbol, y la política, y el sindicalismo. Llegó un momento que dejé el fútbol, pero la montaña nunca. Mi peluquero ya me lo decía que siempre vivo todo con mucha pasión.

¿Con qué te quedas de la montaña?
Con muchas cosas. Vivir la montaña es muy grande. Es compartir con la gente; no sé muy bien explicarlo. Sobre todo es soñar. A mí en el monte se me aclaran las ideas mogollón. Cuando trabajaba, era el fin de semana en el monte cuando cargaba pilas. Y sigo cargándolas. El monte, ya lo he dicho, es una terapia extraordinaria, y también se hacen muchas amistades.

ESTRELLA DE UNA VIDA


Incondicional es la pasión de Andoni Barbarin por la montaña, y en concreto por el Monte Beriain. Por eso, el premio ‘Estrella de una Vida’ que recibió en la Gala del Deporte 2015, le venía como anillo al dedo. “Me hizo muchísima ilusión. En ese momento pensé en la gente del club montañero, el reconocimiento lo comparto con todos los componentes del club. Este premio también es reconocer al montañismo, un deporte que no tiene que ver con la competición y que comparte valores únicos como el compañerismo y la solidaridad. Aprovecho para animar a toda la gente a disfrutar con nosotros de la montaña y la naturaleza

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