Los vecinos de Zalatambor piden con firmas el arreglo definitivo del ascensor de San Pedro

Los vecinos de Zalatambor piden con firmas el arreglo definitivo del ascensor de San Pedro

El elevador público lleva más de un mes fuera de servicio

Los vecinos de Zalatambor, en el barrio de San Pedro, han iniciado una campaña de recogida de firmas para instar al Ayuntamiento a poner una solución definitiva al ascensor público, fuera de servicio desde Navidad. El parón, prolongado en el tiempo, es el último de tantos que se han producido intermitentemente desde la inauguración del elevador en 2009. La situación obstaculiza la vida de un barrio apartado del centro y afecta a la actividad religiosa y turística de la parroquia, en pleno Camino de Santiago.

Los vecinos han comprobado con el paso de los años que las condiciones ­me­teorológicas influyen en el funcionamiento de un ascensor que costó 750.000 euros. Se para en los días de tormenta y también cuando el calor aprieta, con el consiguiente riesgo para los usuarios de quedarse atrapados en el habitáculo acristalado, que alcanza altas temperaturas en las horas centrales del día.

Tarde o temprano, el ascensor se repara, pero al poco tiempo vuelve a pararse, lo que obliga a los vecinos a tomar las escaleras o a dar toda una vuelta y subir por la carretera nacional hasta alcanzar los cuatro bloques de la calle Zalatambor y la iglesia de San Pedro de la Rúa.

Daniel Hermoso, vecino del número 12, asegura que la situación no se sostiene por más tiempo. “Estamos continuamente averiados y así no se puede seguir. Tenemos las escaleras pero, ¿qué pasa cuando venimos con los chiquillos, subimos el carro de la compra o necesitan acceder las personas mayores o en silla de ruedas? Hay que dar la vuelta por Fray Diego o San Nicolás y después subir la cuesta por toda la carretera nacional. Afecta mucho a un vecindario que está olvidado”, señala.

Junto a los problemas del ascensor, el vecino destaca otras deficiencias. “Falta limpieza y tampoco entendemos porqué, después de tanto tiempo, el acceso a la iglesia desde el ascensor está cerrado al paso”, añade.

La indignación la comparten otros vecinos. No entienden que una inversión tan costosa haya caído en saco roto. María Urrutia Riezu, de 42 años y vecina del número 10, corrobora que los vecinos llevan mucho tiempo quejándose y pidiendo una solución. “Parece que cuando el ascensor se hizo sobraba el dinero porque no se puede tener un ascensor más tiempo estropeado que en funcionamiento. Bajar por las escaleras no es una solución. La madera no se trata, resbala con la lluvia, se encharca y no siempre se echa sal. Yo me he caído dos veces, no me he hecho nada, pero no quiero pensar si le ocurre a una persona mayor”, señala.

Urrutia no se olvida de las personas mayores del vecindario ni tampoco de quienes utilizan silla de ruedas, obligados a dar toda la vuelta para subir o bajar del barrio. “Estamos muy cansados porque vemos que se arreglan las jardineras de enfrente pero no se toma en serio el ascensor. ¿No pagamos los mismos impuestos?”. La vecina apunta, asimismo, que la cámara de vigilancia, en este punto “negro” de la localidad, tampoco funciona.

Enrique Gómez Valverde, del número 12, se acerca hasta el ascensor en su camino de vuelta a casa. “Este ascensor es más que necesario. Las mujeres vienen con el carro del mercado y hay muchos niños en silleta en el barrio. Así no podemos estar. Lleva mucho tiempo estropeado, de hecho está casi siempre roto. Cuando se estropea lo arreglan y se vuelve a parar. Si llueve se estropea, si hace calor también. Para esto que no lo hubieran hecho, se podían haber ahorrado la inversión”, explica.

Durante estos días los vecinos recogen firmas de todas las personas que deseen dar la suya.

Encargada una solapa para evitar que el agua de lluvia moje el mecanismo

Conocedor del problema, el Ayuntamiento de Estella-Lizarra ha encargado una solapa metálica para colocar en el ascensor y cubrir la ranura por la que el agua de lluvia se filtra y moja el mecanismo del ascensor, lo que hace que por seguridad éste se pare. El alcalde, Koldo Leoz, explica que, según la empresa de mantenimiento, Orona, no se puede reparar porque el mecanismo continúa mojado. Asegura que cuando la pieza esté terminada se colocará, sin dar una fecha concreta. De esta manera se espera dar solución al problema en los días de lluvia.

Para los días de calor, cuando se alcanzan altas temperaturas, el consistorio estudia cómo dotar de ventilación al habitáculo para evitar que los sensores de seguridad salten y paren la maquinaria. “Ocurre que cuando hace calor sube la temperatura en el ascensor debido a la cristalera, condensa y salta el sensor de incendios. De cara al verano vamos a buscar una vía de refrigeración al habitáculo, probablemente un ventilador que enfríe el espacio que hay entre el ascensor y el cristal para que el sensor salte sólo cuanto tenga que hacerlo, en caso de emergencia”, apuntó el primer edil.

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