““Aunque yo he recogido la medalla, va dedicada al club y a toda la gente que hemos hecho posible que exista”¿Qué ha significado para usted recibir la medalla?
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Es un orgullo muy grande, después de tantos años dedicado al deporte. La medalla reconoce 25 años, pero son casi 60 los que llevo involucrado en el club. Con 79 aún sigo haciendo lo que puedo. La medalla es preciosa y, aunque yo la he recogido, va dedicada también al club ciclista y a toda la gente que como yo hicimos que hoy exista.
¿Cómo recuerda los primeros años del club?
Con mucha ilusión. Somos el segundo club con más historia de Estella. Sólo existía el Izarra y pensamos unos cuantos, entre ellos José Valencia Lana y José Mari Goizueta, por nombrar tan sólo a dos, que por qué no fundar nosotros uno de ciclismo. Luego llegaron los demás, el montañero, el de esquí, la pelota, etcétera.
¿Tiene alguna anécdota?
Muchas, pero siempre me acordaré del día que fui al Ayuntamiento para hacerle saber al alcalde que íbamos a fundar un club ciclista. Por allí andaba uno de Estella, Cirilo Zunzarren, que me dijo “¿qué quieres, chaval?”. Cuando le comenté que íbamos a hacer un club ciclista dijo “aquí el que no es del Izarra no es de Estella”. Sorprendía que se pudieran crear otros clubes, como pasó.
¿Y cómo fue la primera carrera que se organizó?
Consistió en dar tres vueltas a Los Llanos. Nosotros nos teníamos que ocupar de todo, no era como ahora. Poníamos las cuerdas en la salida, una tribuna para la entrega de premios, todo. Aquella primera vez ganó Jesús Galdeano Portillo, de Igúzquiza. Está claro que eran otros tiempos, no había presupuesto para nada. Pagábamos tres pesetas de cuota y teníamos que ir pidiendo colaboración puerta por puerta.
¿Había mucha afición al ciclismo en aquellos años?
Poca. No éramos más que dieciséis o diecisiete socios, mientras que ahora son 700. El domingo que no había carrera, cogíamos las bicis y nos íbamos a Alloz, a Urbasa o a Iranzu a almorzar y a hablar de ciclismo. Todos teníamos la misma bicicleta, y con suerte que podíamos tener una. No disponía más que de frenos y las llantas eran de madera. Un día bajando una cuesta en Igúzquiza se rompió la llanta y no recuerdo un mayor ‘trompazo’ en mi vida.
¿Ha cambiado mucho con el paso del tiempo el ciclismo y la organización de las carreras?
No tiene nada que ver. Para empezar, antes había que pedir permiso al Gobernador civil, teníamos que hacer nosotros todo y no había dinero para nada. Ahora vienen los motoristas cobrando un pastón, el Ayuntamiento da subvenciones y la organización de una carrera tiene también su ingrediente social. En la de Miguel Induráin, que si viene el propio Induráin, que si está la alcaldesa, gente de la diputación. Las carreras ahora tienen mayor importancia institucional.
¿El recuerdo más bonito de todos estos años volcado con el ciclismo?
Sin lugar a dudas, esta medalla y, como reto, haber conseguido traer a Irache una etapa de la Vuelta España 1973, la primera vez. Lo trabajamos mucho y al final conseguimos que llegaran los ciclistas aquí, incluido Eddy Merckx. Los corredores se hospedaron en hoteles de Logroño, Los Arcos, Estella y Merx durmió en la casa conocida como ‘casa de las conchas’ de la calle Mayor. Aquella etapa la ganó Perurena pero la Vuelta fue para el belga. •