La no celebración de las fiestas supone una decepción para muchos vecinos y también afecta a la economía de los pueblos. Oteiza hubiera celebrado sus fiestas del 17 al 22 de agosto, pero se cancelaron en el Pleno del 14 de julio. El alcalde de la localidad, Rubén Martínez, explicaba que supone “un fiasco”. “Para nosotros las fiestas son algo importante; no sólo la población joven, todo el mundo las espera. Es una semana que da rienda suelta a la alegría. Todos los vecinos están contentos esos días y fastidia que, por segundo año consecutivo, no podamos disfrutarlas”, contaba.
Durante los que hubieran sido días festivos, la reunión de amigos y familiares sí estuvo presente con alguna comida y con alguna noche que hubo ambiente en las calles. “En un principio, el Ayuntamiento no veía clara la suspensión porque se avanzaba hacia la inmunidad de rebaño y teníamos la esperanza de poder organizarlas, aunque fuera de otra manera. Pero tal y como transcurrió el verano y después de hablar con diferentes ayuntamientos de la Merindad, preferimos suspenderlas porque podríamos crear un efecto llamada a nuestra localidad si seguíamos adelante”, expresaba.
Como muchos otros pueblos de Tierra Estella, Oteiza preparó durante el verano una programación cultural que pudiera compensar de alguna manera la falta de fiestas, agenda que ha contado con mucha aceptación en el municipio. Ahora, los oteizanos ponen la mirada en San Miguel. “Albergamos la esperanza para el 1, 2 y 3 de octubre. A ver si la pandemia está un poco más superada y podemos celebrar de alguna manera las fiestas pequeñas”, añadía Rubén Martínez.
Carpetazo al verano
Dicastillo marca en rojo seis días festivos en el calendario, este año hubieran sido del 24 al 29 de agosto. Su alcalde, Mikel Azcona, transmitía una sensación de tristeza en el pueblo por no poder vivirlas por segundo año consecutivo. “Es una pena, todos queremos fiestas. En la última semana de agosto, significan para nosotros el carpetazo final al verano”, decía.
El primer edil se refería no sólo al ánimo de los vecinos, también a las consecuencias económicas que supone para los establecimientos de la localidad la cancelación de los actos en las jornadas más importantes del año. “Lo nota sobre todo el comercio, la pescadería, las panaderías, el estanco, los bares por supuesto y la juventud, que no puede sacar barraca”, apuntaba.
Aunque Dicastillo no celebró fiestas, sí acogió la celebración de algún evento, como una carrera ciclista y una actuación de música el sábado por la noche. Desgraciadamente, la villa tuvo que lamentar en la noche del viernes al sábado altercados entre un grupo de jóvenes y agentes de la Guardia Civil pertrechados con material antidisturbios.
Sin emoción ni ambiente
Del 26 al 29 de agosto hubiera sido el turno de Murieta. La localidad ofrecía los días previos jornadas de normalidad, sin los preparativos y la emoción que se siente en el ambiente cuando todo está por comenzar. “El miércoles prefiestas ya están los nervios a flor de piel, el jolgorio, las ganas y la ilusión, que este año se han sustituido por la nostalgia”, contaba la alcaldesa Yurema Lana.
Renunciar a las fiestas cuesta porque son fechas para pasarlo bien, y algún encuentro entre cuadrillas quedó patente en la calle. “Cuesta hacerse a la idea. Si tuvimos alguna duda al principio del verano sobre si se celebrarían o no porque son de las últimas del verano, todo fue apuntando a que este año también sería difícil”.
Respecto a la repercusión económica, la primera edil aseguraba que es inevitable. “Aunque en verano han llegado los visitantes, las fiestas se notan mucho. Está claro que no celebrar fiestas tiene su impacto”. En contrapartida, la programación de actividades de verano en el municipio ha funcionado muy bien. “Las actividades estaban preparadas para vivirlas de manera intergeneracional. La gente ha participado y las ha disfrutado”.
Reuniones de km 0
Con una evolución de la pandemia tan cambiante y la vacunación a buen ritmo, el Ayuntamiento de Allo no suspendió sus fiestas hasta el pleno de julio. “Tanto el Ayuntamiento como los vecinos lo tenemos muy asumido. El año pasado fue más duro. Sí es cierto que se hace largo y deseamos que el año que viene haya fiestas. Ya tenemos alguna idea, como cambiar el recorrido del encierro, pero los tiempos los marcará la propia pandemia”, expresó la alcaldesa, Susana Castanera.
Respecto al impacto en la economía local, la primera edil asegura que los hosteleros de Allo están contentos con el desarrollo del verano. “Es cierto que las fiestas atraen a gente de fuera y que es una semana de inyección económica muy importante pero como no hemos salido del pueblo, hemos optado por el km O y hemos tenido ganas de relacionarnos, ha sido un buen verano para la hostelería que, además, ha cumplido las normas escrupulosamente”.
Responsabilidad
Uno de los principales municipios de la Merindad, Ayegui, cuyas fiestas atraen a visitantes de Estella y del resto de pueblos de la zona hubieran comenzado el jueves 2 de septiembre hasta el 5 de septiembre. Como el resto de localidades, el Ayuntamiento decidía no programar ningún acto festivo para evitar el ambiente en las calles y los contagios.
“Después de dos años de contención y atendiendo a todas las restricciones, toca seguir siendo responsables. El ambiente de los días previos ha sido normal, también raro a las puertas de las fiestas, porque se echan de menos los preparativos. Pero es lo que toca, hay que actuar en consecuencia”, expresaba el alcalde, Leo Camaces.
El dinero de la partida de fiestas lo ha destinado el consistorio a actividades culturales durante el año, en fines de semana alternos, cumpliendo aforos y el resto de medidas. “La valoración es muy positiva porque la gente está a deseo de hacer cosas y si se hace con responsabilidad, se puede. Seguiremos así hasta final de año, con pequeños conciertos y eventos culturales para que la gente disfrute dentro de las posibilidades”, añadía Camaces.
La salud, la prioridad
Para el Ayuntamiento de Arróniz, y para su alcalde, Ángel Moleón, tampoco fue plato de buen gusto cancelar sus fiestas, que se celebrarían entre el 4 y el 12 de septiembre. “Todo el mundo está a deseo de volver a celebrar esta semana incomparable de reunión con amigos y familia, pero la protección de la salud de todos los vecinos y vecinas va por delante y ese convencimiento nos ayudó a la hora de tomar la decisión. Como somos de los últimos pueblos del verano, en mayo teníamos la esperanza, pero el último brote tan salvaje y las recomendaciones de Gobierno de Navarra y la FNMC lo dejaban claro. Esperamos que el próximo año haya normalidad y podamos celebrarlas”, declaraba el primer edil.
Arróniz ha ofrecido a sus vecinos este verano una completa agenda cultural, como ya hizo el pasado año, que ha recibido una buena respuesta. “Ha sido un programa variado que, además, ha dado opción de trabajar a artistas y profesionales de la cultura. Sin los Ayuntamientos el verano hubiera sido mucho más difícil para ellos”, añadía Moleón.
Como en el resto de pueblos de Tierra Estella, las fiestas tienen que esperar tiempos mejores.