Estella y merindad, así como el resto del país y otros muchos lugares del mundo han vivido una de las Semanas Santas más atípicas de la historia. La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha paralizado el mundo. La Semana Santa para los cristianos supone la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret; una fecha festiva en el calendario anual que mueve a millones de personas en torno a los diferentes actos litúrgicos y tradiciones que, este año, debido al Covid-19 se suspendieron de manera oficial.
La cofradía de la Santa Vera Cruz de Estella emitió un comunicado el 21 de marzo anunciando la suspensión de todos los actos organizados por la entidad para garantizar la seguridad de los participantes y asistentes, cumpliendo así con las órdenes dictadas por las autoridades eclesiásticas y civiles. Desde el colectivo recordaban que “fue el 17 de abril de 1992, Viernes Santo, cuando la ciudad de Estella recuperó la Procesión del Santo Entierro con el esfuerzo de cientos de estelleses y vecinos de los pueblos colindantes. 27 años ininterrumpidos de actos religioso-culturales, intensos, emotivos y participativos, casi siempre por las calles de nuestra ciudad, pero también en las iglesias cuando la climatología lo obligaba. Aunque nos produce un pesar profundo, es un ejercicio de responsabilidad para con las gentes y visitantes de nuestra ciudad que tenemos que hacer sin dudarlo”, expresaban desde la Santa Vera Cruz, cofradía con más de 450 años de historia. La asociación Unión Musical Estellesa, que añade el punto musical a los actos organizados por la cofradía, no silenció sus instrumentos e interpretó las diferentes canciones previstas para esta Semana Santa, en las redes sociales. Eso sí, cada uno de los integrantes aportó su arte, desde casa.
Este año, la marea turística quedó en calma, los pasos de las cofradías no alzaron sus andas, los tambores y cantos no hicieron resonar las calles de cientos de ciudades y pueblos, pero los fieles pudieron seguir las misas y los oficios de manera telemática. El rezo y la reflexión propia de la Semana Santa se extendió, este año, desde el recogimiento individual, y un deseo colectivo que une fuerza para que todo esto acabe, a todas las personas que han fallecido a causa de esta nueva enfermedad, a las familias que sufren y a todos los enfermos y personas que luchan, día a día, por frenar esta situación.
¡Juntos pararemos este virus!
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