El legado de Ricardo OTAÑO

El legado de Ricardo OTAÑO

Murietense de adopción, fallecía el pasado mes de abril a los 90 años. Cientos de dibujos realizados a plumilla mantienen vivo su recuerdo.

La obra siempre supera al artista. Es el caso de Ricardo Otaño Medinabeitia. Natural de Vitoria y vecino muy conocido en Murieta, fallecía el pasado mes de abril a la edad de 90 años. Sin embargo, sus obras, una importante colección de dibujos sobre los rincones de Murieta, realizados a plumilla, mantienen vivo el recuerdo de Otaño y su amor por el pueblo de adopción en el que pasó largas temporadas a lo largo de su vida.

No hay rincón en Murieta que haya pasado inadvertido a la mirada 

y reproducción del artista.

Cientos de dibujos, imposible contarlos todos, son testigo del paso de Ricardo Otaño por los lugares que han marcado su vida: Murieta y también Bergara, donde vivió después de casarse con Jaione Zabaleta y donde nacieron sus ocho hijos. Ninguno de los  pueblos de Navarra se ha escapado a su mirada y a su reproducción con decididos trazos. Pero fue sobre todo Murieta el lugar que ocupó sus años y su tiempo tras la jubilación. 

Su hija mayor, Juanita Otaño Zabaleta, explica que todos los días Otaño dedicaba a su gran pasión largas horas que le entretenían. “Lo que más le gustaba dibujar era las torres de las iglesias y su entorno y, si había que poner un árbol, él lo dibujaba. No habrá rincón de Murieta que se le haya escapado, de igual modo que no habrá en Murieta casa que no tenga uno de los dibujos que él realizó”. 

Primero dibujaba, luego repasaba a plumilla con tinta china, siempre en blanco y negro. Era el estilo de Ricardo Otaño que practicó únicamente esta disciplina artística a lo largo de su vida, a pesar de que un hermano suyo, pintor, intentó introducirle en el mundo de los colores. “Mi padre era una persona bohemia, difícil de describirle. No sabía estar quieto. Cuando podía, compaginaba el dibujo con la caza, la pesca, el monte. Después de jubilarse, se centró muchísimo más en la plumilla”, añade. 

Hermano de ferroviario

Vitoriano de nacimiento, el primer contacto con Murieta lo dio Ricardo Otaño gracias a su hermano, jefe de estación en la localidad de Tierra Estella. Fue, precisamente, la vía de tren el elemento que, en cierto modo, marcó el camino de Otaño. Además de conocer Murieta, fue el destino a Bergara de su hermano lo que le permitió conocer a su esposa y centrar su vida personal y profesional como representante de una editorial. “Vino con su hermano a Bergara y aquí conoció a mi madre, pero siempre mantuvo relación con Murieta y con el tiempo Murieta nos arrastró a todos los demás; de hecho varios hermanos tenemos piso y vamos mucho”, añade Juanita Otaño. 

Durante toda su vida, el artista se volcó con el dibujo. Su afición era toda una vocación que le conquistó desde pequeño. “Siempre contaba que sus primeras palabras fueron pis, por lápiz, y papel. Si alguien le preguntaba cómo comenzó, respondía esto”. Ricardo Otaño fallecía el 9 de abril en Bergara. A lo largo de su vida realizó varias exposiciones. Buena parte de su obra la conserva la familia Otaño compuesta por ocho hijos –Juanita, Javier, Iñaki, Fernando, Jaione, Mª Carmen, Elvira y Miren- 17 nietos y 5 biznietos. 

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