PRIMER PLANO – Mikel Andueza, saxofonista – “Mi metodología musical parte de la importancia de la tradición del jazz”

¿Cómo fue el concierto en Estella?
Muy bien. El tiempo acompañó y la gente respondió al evento. Era una apuesta difícil porque programar un concierto de jazz, en Estella, un sábado a la noche, es complicado ya que la gente suele tener muchos planes.

¿Qué supuso para ti ser el primer músico que actuó en Estella de manera presencial tras el pico de la crisis sanitaria?
Agradezco mucho que cuenten conmigo para cualquier evento, creo que es un detalle. Fue el primer concierto que ofrecí en meses, así como también para el resto de compañeros del grupo. Hacía meses que no tocábamos. La sensación fue extraña, como estos tiempos en los que estamos. El escenario era muy alto y veíamos perfectamente a toda la gente separada. Aunque había mucha, la sensación era de vacío por los huecos.

¿Cómo ha afectado el Covid-19 al sector musical?
Ha sido terrible. El sector es muy amplio. Están los concertistas como yo, que nos dedicamos a hacer conciertos y que hemos estado parados, pero ya vamos retomando la actividad casi con normalidad. En cambio, los músicos de las orquestas, por ejemplo, se han visto muy afectados por la suspensión de todas las fiestas.

“Formé parte
de la Banda de Estella de Mundín”

“A los saxofonistas
de mi generación
nos tocó abrir
los primeros conservatorios
de jazz de España”

Para los que no te conocen, ¿quién es Mikel Andueza?
Soy miembro de la saga de los Urriza por parte de madre. Todos somos músicos y algunos nos hemos dedicado profesionalmente a la música. También soy una persona que ha estudiado mucho.

¿Cuándo y cómo comenzó tu afición por el saxofón?
A los 9 años formé parte de la primera promoción de la Escuela de Música de Estella, allá por el año 1974-1975. El profesor era Antonio Abáigar y estudié muchos años con él. También formé parte de la Banda de Estella de Mundín. Posteriormente, me fui a Pamplona para comenzar los estudios de saxofón en el conservatorio profesional Pablo Sarasate de Navarra con Javier Garayalde e ingresé en la Banda Municipal de Pamplona, bajo la dirección del maestro Cerdá.

Haber crecido con la música te habrá dado la oportunidad de aprender mucho de ella, ¿qué destacarías de esta relación?
Como en todas las relaciones, me ha supuesto un nivel de exigencia alto, un gran sacrificio durante temporadas y muchas satisfacciones en otros momentos. Unos años han sido de mucho estudio y otros de desarrollo profesional. En definitiva, ha sido un hobby convertido en profesión, en la que he vivido momentos duros y momentos maravillosos.

Eres profesor del Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco. Como docente, ¿cuál es tu metodología musical?
A los saxofonistas de mi generación nos tocó abrir los primeros conservatorios de jazz de España. Hemos sido testigos de grandes cambios. Vivimos la entrada al mundo académico de estilos musicales que antes habían sido considerados como ‘menores’, como el jazz o el flamenco. Hace veinte años se abrió el grado de saxofón jazz en Musikene y me llamaron a mí para organizar dicha carrera. Fue muy innovador y para mí una suerte y un honor hacer posible aquella organización. Mi metodología musical parte de la importancia de la tradición del jazz, y va muy pegada a su historia. El jazz tiene una historia muy corta, nace hacia 1920, por medio le pillan las guerras mundiales, después la época en la que tiene que competir con el rock, en fin, tuvo auge, pero al final perdió visibilidad. Otra de las claves de la metodología educativa es la imitación a los grandes intérpretes, así es como aprenden los alumnos, y como también lo hice yo.

¿Cuáles son los principales escenarios en los que has actuado? ¿Con qué músicos relevantes has colaborado?
He actuado en los principales auditorios del país como son el Auditorio Nacional de España, Palau de la Música Catalana, Teatro Victoria Eugenia de Donosti, Palacio Euskalduna de Bilbao, Palacio de Congresos de Valencia, Teatro del Canal de Madrid, Auditorio de Sevilla. También he actuado en el Teatro Gayarre de Pamplona y en los cines de Estella. He colaborado con músicos de la talla de Manhattan Transfer, Phill Woods, Randy Brecker, Kurt Elling, Tete Montoliu, entre otros.

En cuanto a la discografía, ¿qué trabajos destacarías?
He grabado más de una treintena de discos de jazz. Destaca Amusia (que significa falta de capacidad para la música), que fue considerado el Mejor Disco del Año por El País; De Javier a San Javier (encargo del Festival de Jazz de San Javier en reconocimiento a su trayectoria); Cada 5 Segundos, considerado Disco de Jazz Nacional Imprescindible del 2015 por El País.

¿Hay mucha tradición saxofonista y de jazz en Navarra?
Ahora sí, ya desde hace años. Soy la tercera generación de saxofonistas de Navarra. Mis antecesores fueron Pedro Iturralde, que tiene 90 años y aún toca, y Javier Garayalde. El año pasado tocamos juntos en el Gayarre y fue un concierto muy especial para mí. Iturralde fue el primer catedrático del Conservatorio Superior de Madrid y Javier Garayalde el primer catedrático del Conservatorio Superior de Navarra. Ambos fueron los primeros catedráticos de España en este ámbito y ambas cátedras se abrieron para ellos.

¿Próximos proyectos?
Seguir tocando. Tengo previstos varios conciertos. El 16 de julio, por ejemplo, toco en la ciudadela de Pamplona. Solemos unir diferentes estilos para ofrecer productos diferentes, uniendo canto de lírica o con un acordeonista, por ejemplo, lo que vaya surgiendo. Con Organik Quartet estamos preparando el siguiente disco. También suelo colaborar con la Sinfónica de Bilbao y La Pamplonesa en algunos conciertos. Por suerte, hago de todo.

¿Te queda algún sueño por cumplir como músico?
Tocar bien o mejor de lo que lo hago. Seguir tocando hasta conseguir la excelencia. Esa es la motivación principal.