“La despedida de los gigantes y el encierro infantil con toros de
ruedas se convirtieron en el divertimento infantil
“
Una gran cantidad de invitados para los que los cocineros -José Miguel Mayora, Eradio Ezpeleta, José Alberto Ortigosa y José Ignacio Yániz- y sus ayudantes prepararon 360kg de legumbres durante 4 horas y media. “Hemos estado cocinando de nueve de la mañana hasta la una y media. Después ya lo hemos dejado reposar hasta las tres, la hora de la comida”, explica Yániz. Una pochada cocinada en 18 cazuelas, con una elaboración de lo más completa: 1’5 kg de jamón, 2 chorizos grandes, 1’5 kg de tomate, 25 pimientos verdes, cebolla, ajo, puerro y zanahoria, en cada una de ellas. “Y porque no han traído codornices, que si no…” continúa, entre risas, el cocinero, que al igual que sus compañeros, lleva realizando las legumbres 16 años.
Despedida de los gigantes
Pero esa no fue la única innovación en esa última jornada, la despedida oficial de los gigantes también fue especial. Por vez primera la banda tocó para ellos un vals y una jota en la plaza Santa María, para después seguir la ronda, también en primicia, hasta la casa de cultura, donde todo aquel que así lo quiso pudo despedirse de ellos de una manera más cercana, sacarse fotos y observar cómo se recogían las figuras.
El resto de novedades tuvieron lugar por la noche, ofreciendo vacas nocturnas, amenizadas por la charanga durante una hora, y celebrando el Pobre de Mí a las dos de la madrugada en lugar de hacerlo a las doce, como en años anteriores.
Las jornadas anteriores también fueron de lo más animadas con una sabrosa chocolatada, toro de fuego, parques, encierros y chupinazo infantil para los más pequeños; aurora, misa, procesión, animados pasacalles, orquestas, prueba ciclista y aperitivos para todos los públicos; dos comidas, una organizada por la Asociación de mujeres y otra por el Club de Jubilados para estos colectivos; o vacas nocturnas, esta vez para los más valientes, el viernes.
¿Cómo ha vivido las fiestas?
David Echeverría Sainz. 8 años
“¡Bien! Lo que más me gusta es el toro de fuego, lo he corrido todos los días con mi amigo Rubén y he pasado quince veces por debajo de él”.
Magdalena Sainz Ábalos. 43 años
“Muy bien, porque con los niños las vivimos muy intensamente desde el punto de la mañana hasta la noche. Al final acabas cansada, pero muy bien”.
María Galera Obanos. 17 años
“Bien, las he disfrutado mucho. Lo mejor, para mí, han sido el encierro y las vacas, pero también he salido por la noche y muy a gusto”.
José San Juan Cruz. 69 años
“Muy bien, aunque al final con ganas de que se acabasen, porque yo ya no estoy para estos trotes. Yo las vivo sobre todo de día y lo que más me gusta es el encierro y la comida; los almuerzos… los momentos gastronómicos”.
Título
El secreto de la pochada arqueña
Piedras mágicas o ‘majicas’ como bromea José Miguel Mayora, uno de los cocineros. Se trata de canicas de cuatro colores diferentes, o como ellos prefieren “de una única que cambia de color conforme el guiso avanza en cada cazuela”, cuentan entre risas los cuatro artífices. Eso sí, cuando en la cazuela muestra la canica verde, es que ya está en su punto con todos los ingredientes.
“La manera de elaborar las pochas es la misma que en otros pueblos como Lerín o Sesma, pero el secreto no. La gente nos suele preguntar por qué nos sale tan buena, y hemos llegado a la conclusión de que son las piedras mágicas lo que le dan el éxito. Aunque más de uno ha intentado pillar el punto de cocción con nuestro truco y se le han quemado las pochas…”, ríe Mayora.
