¿Unas fiestas sin WhatsApp?

¿Unas fiestas sin WhatsApp?

Desde la creación de esta aplicación, parece que el móvil es un imprescindible para la vida social, también durante la semana festiva

Desde 2009, año de creación de la aplicación de mensajería instantánea ‘WhatsApp’, las costumbres y maneras de relacionarse han cambiado drásticamente. La forma de comunicar, el modo de hacer planes… Esto ocurre tanto en Estella, como en el resto del mundo. Y también en fiestas. Las integrantes de una cuadrilla de la localidad, de edades comprendidas entre los 20 y 22 años, cuentan de primera mano cómo viven estos días con WhatsApp. ¿Podrían vivir sin él?

“A mí me ha abaratado la vida”, afirma Lorea Gómez Uriarte. De hecho, esa es la gran ventaja de la herramienta y la clave de su éxito: una vez pagados los costes por la descarga de la aplicación –cuyo precio no pasa de 1€-, el único límite económico para enviar mensajes es la tarifa de datos que tenga contratada cada uno con su compañía telefónica. 

“Viene bien también por si te pierdes, que en estos días es fácil. Así escribes a mil personas, que no supone mucho gasto, y, como hoy en día todo el mundo tiene la aplicación, alguien siempre contesta”, continúa Argiñe Iranzo Mazquiarán. Con ella coincide Lorea Gómez. En su opinión, el WhatsApp es una gran alternativa teniendo en cuenta la cantidad de ruido que hay en fiestas. “Muchas veces llamas a alguien y no le oyes bien. De esta manera escribes cuanto quieres y tienes la seguridad de que la persona a la que se lo mandas se va a enterar de lo que le dices”. 

La joven también destaca la posibilidad de enviar el sonido de las canciones de los conciertos festivos a través de mensajes de voz –una de las opciones de la aplicación-, puesto que siempre resulta más barato que realizar una llamada, y se puede guardar para escucharlo cuando se quiera.

 

Días creativos

¿Y las fotos? Siguiendo en la misma línea, la posibilidad de enviar mensajes de forma ‘gratuita’ ha creado una nueva tendencia: la de mandar imágenes o videos y tener recogido cada uno de los momentos por importantes o anecdóticos que sean. “En fiestas está muy bien, porque la gente está más ‘animada’, así que siempre sucede algo gracioso y se tiende a fotografiarlo y compartirlo”, explica Saioa Aramendía Echeverría.

Lo que llama la atención de esta nueva moda es su inmediatez e ingenio. Se captan instantes que en muchas ocasiones se editan con algún otro tipo de aplicación o programa que añade letras u otros elementos. Así el entretenimiento se duplica hasta tal punto que en un breve lapso de tiempo la imagen o el video llega a propagarse mucho más allá del círculo de amistades del creador. 

Cuadrillas 2.0

La mayoría de veces que se comparte queda guardado en un entorno más bien íntimo, en los llamados ‘Grupos’. Se trata de conversaciones colectivas, y privadas, que las cuadrillas suelen utilizar como una continuación de su comunidad, solo que en versión 2.0.

“Lo de los grupos es muy cómodo. Preguntas si alguien está por ahí o si le apetece quedar y a todos los integrantes de la conversación les llega el mensaje. Así te evitas tener que ir llamando de uno en uno”, apunta Lorea Gómez. Por este motivo, los grupos crecen como setas. Los hay de cuadrilla, de compañeros de trabajo, de los miembros de un chabisque y un sinfín de foros que permiten conversar y hacer planes –como cenas, almuerzos, quedadas- de manera fácil y rápida durante la semana festiva. 

La otra cara de WhatsApp

Sin embargo, no todo son ventajas. “Los grupos pueden ser un poco caóticos. Miras el móvil y tienes 100 mensajes. Los lees y ninguno ni te va ni te viene”, cuenta Aramendía. Puede incluso ser motivo de discusión. “Que si una no contesta, aunque puede que esté ocupada con otra cosa; que si otra ha dicho no sé qué, pero no sabes en qué tono lo ha dicho, porque no la oyes ni le ves la cara…”, continúa. 

Iranzo también opina que con WhatsApp las conversaciones son eternas. “Con los SMS el precio limitaba la largura de lo que escribías, así que lo usabas para quedar y no tocabas más el móvil. Ahora como ‘no cuesta nada’ enviar mensajes, todos lo hacen a todas horas. Lo peor es estar cenando, o por ahí, y que no te hagan ni caso porque están con los ojos en el teléfono”, añade la joven.

Como se ve, es un fenómeno más amplio y complejo de lo que parece, que ha llegado a cambiar incluso conductas. Dicen los expertos que puede hasta crear dependencia. “Tiendes a tener el teléfono siempre cerca o a la vista por si alguien de repente te escribe. Yo incluso lo miro al levantarme de la cama, y antes para rato hacía eso”, cuenta Aramendía.

“Hay que utilizarlo con medida. Yo la verdad es que en fiestas lo uso lo justo. Lo desconecto, de hecho. Más que nada para ahorrar batería, pero también porque en esos días quiero vivir la fiesta al cien por cien”, opina Lorea Gómez Uriarte, en lo que las demás coinciden. Afirman, además, que son fechas para disfrutar con los amigos, no con el móvil. 

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“Le ha pasado a uno de Estella”

La ‘gratuidad’ del WhatsApp hace que las imágenes o videos se envíen a tal número de personas que pueden convertirse en virales, o incluso en noticia. 

Un claro ejemplo: el ‘le ha pasado a uno de Olite’, en el que un mensaje advertía a los ciudadanos navarros de distintos actos de delincuencia y que terminaba con esa frase. 

El relato pronto provocó la creación de nuevas versiones cargadas de humor, acompañadas de imágenes del mismo tono, que en un día recorrieron todo Navarra y fue recogido por los medios de comunicación. Puede que estas fiestas den para un ‘le ha pasado a uno de Estella’. 

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