Primer plano: Lander Pérez Zaldua, monologuista

Primer plano: Lander Pérez Zaldua, monologuista

“Siempre he sido el graciosillo y me echaban de clase. Ahora intento ser
gracioso”

se considera principiante y, a sus 18 años, Lander Pérez Zaldua tiene aún mucho potencial por explotar. Le sobran desparpajo y verborrea fácil, no sólo en sus actuaciones; el chiste o el comentario afilado cuajan sus conversaciones. El joven, natural de Zurucuáin y estudiante de segundo de Bachillerato de Ciencias Puras, se inició en el campo del humor por casualidad, en las fiestas de su pueblo, aunque siempre ha disfrutado del teatro, el cine y de ponerse delante de una cámara. Después de dos veranos de pueblo en pueblo repartiendo buenos momentos, el 25 de febrero se subía al escenario de los cines Los Llanos, ante 500 personas, con motivo de la Gala del Deporte. Fue su presentación, exitosa, ante el público de Estella.

¿Con qué te quedas de la práctica del monólogo?
Me gusta que la gente se ría, y yo me lo paso mejor que el público. Me siento muy cómodo.

Tu actuación en la Gala del Deporte se desarrolló ante un público de más de 500 personas, ¿miedo escénico?
Nunca he tenido vergüenza por estas cosas. Al principio puedes estar un poco nervioso pero con la primera risa del público te sueltas. A veces, hay un momento después de un chiste, cuando la gente aplaude, que se te va el hilo. Se podría aprovechar para retomarlo, sin embargo, yo suelo ponerme a pensar “tengo que salir, tengo que salir”, en vez de ponerme a recordar, y ya no queda otra que la improvisación.

¿Disfrutaste la experiencia?
Es el monólogo que más tranquilo he hecho de todos. Entraba al escenario después de la presentación del noveno equipo y, entre bambalinas, me encontraba sorprendentemente sereno. Luego en el escenario la verdad es que no veo a nadie, distingo cosas, pero no me fijo, aunque sí estoy pendiente de la interacción con el público, incluso de responder si te gritan algo.

¿Es importante preparar al detalle una actuación?
Mis monólogos son caóticos. Tengo el tema, la idea de lo que voy a decir, cosas que quiero incluir, pero no lo preparo hasta la víspera. Me veo muchos monólogos y me inspiro, mezclo chistes y pongo lo mío. Ya ante el público vas reconduciendo las ideas. Desviarte no es un problema. Por ejemplo, si el tema es el vino, puedes hablar del alcohol, del desmadre, de la fiesta, de las consecuencias cuando llegas a casa y te encuentras con tu madre… una cosa va llevando a la otra y lo importante es que la gente se ría.

¿Lo tuyo es un don innato? ¿Siempre has sido un bromista?
Siempre he sido el graciosillo. Siempre me han echado de clase por hacer el tonto, por hacer comentarios, por incontinencia verbal. Nunca me callaba. Ahora ya no me echan de clase, lo voy controlando e intento, en vez de ser el graciosillo, ser gracioso. Ahora veo a niños que están como yo en aquella etapa y pienso “qué niños más repelentes”.

¿Qué opinas de la gente que se hace la graciosa sin serlo?
No me parece mal una persona que no es graciosa y lo intenta, a mí también me puede pasar; lo importante es que lo intenta y busca que los demás se rían. Me parece infinitamente peor la gente que no es graciosa y que no se esfuerza por serlo en determinados momentos, porque sin humor, como sin música, nos suicidaríamos todos.
En estos tiempos que corren, ¿el humor es una salida?
Tiene una importancia suma. El hecho de que nos podamos reír hasta en las peores situaciones es tan importante como para un buceador respirar bajo el agua. En estos momentos de ahogo el humor es la bomba de oxígeno. Incluso el humor mejora una buena situación. Defiendo la carcajada sin respiración, es como un orgasmo, que te deja la mente en blanco.

¿Cuáles consideras las claves de un buen monólogo?
Primero que te haga gracia a ti mismo. Si no, no vas a poder interpretar el monólogo de forma graciosa. Después hay que estar atento para saber que a la gente le hace gracia, que funciona.

¿Crees que los monólogos y los monologuistas están hoy especialmente de moda?
La figura del monologuista es una figura nueva, aunque siempre ha habido humoristas que cumplían la misma función, como Gila, Tip y Coll e incluso Chiquito. Pienso que han cambiado las cosas y que ahora necesitamos más de la risa. El humor ha cambiado. Gila siempre hacía sus actuaciones por debajo del público, porque decía que se debía a él; en cambio ahora los humoristas son una especie de celebrity. Pero si los tiempos cambian, el humor también.

¿Las bromas, la imaginación, se agotan o son un filón infinito?
Nunca se agotan, siempre hay bromas que contar. Nunca he creído que todas las canciones buenas y que todos los chistes buenos estén hechos. Siempre surgen cosas nuevas que pueden generar un chiste, incluso más ahora que antes. •

Título

Tres en línea

De qué se ríe Lander Pérez más a gusto. “De mí mismo. Además, no me voy a enfadar”.

De que no se reiría nunca. “Según como lo enfoques, puedes reírte de todo, pero no soy de chistes negros, de reírme de enfermedades o de cosas que ofendan”.

Su humorista bandera. “Me siento identificado con Berto Romero, por temas nasales. Utilizo mi nariz protuberante en mis historias, como él. Pero me gustan muchos, cada monologuista tiene su estilo, su perla”.

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