El intercambio se produjo entre jóvenes americanos y estellicas.
Los jóvenes durante una de sus actividades lúdicas en el río Ega.
Justin Kader y Deborah Lewis, monitores del intercambio.
Era el cuarto año consecutivo que se realizaba el mismo proyecto en Estella, y el tercero en que el grupo se alojaba en el albergue juvenil de Oncineda. El primer año la ciudad formó parte del programa de una manera diferente. Los jóvenes fueron acogidos en las casas de familias voluntarias, cumpliendo así otro de sus objetivos: la inmersión en la propia cultura para su mejor conocimiento. Durante su estancia en Estella, el grupo estadounidense compartió las actividades de ocio con jóvenes de la ciudad.
El servicio a la comunidad ha sido el tema principal a lo largo de la semana gracias a diversas actividades. También se han centrado en el conocimiento de la historia de la ciudad de forma simultánea. Para aprender estos valores principales, el grupo ha dedicado las mañanas al servicio comunitario y las tardes al conocimiento de la ciudad y su historia, y al ocio y disfrute de la misma.
Como favor a la comunidad dedicaron su tiempo a realizar juegos educativos para niños pequeños y a la enseñanza del inglés, su lengua materna. También, a la limpieza de zonas con valor histórico o de uso común, como iglesias, monumentos o parques.
Para conocer la ciudad desarrollaron un itinerario específico y ordenado de excursiones y actividades destinadas a la enseñanza y al ocio. Entre ellas, una gymkhana el primer día enfocada a buscar edificios importantes, plazas o lugares concretos; un paseo por la reserva natural del Urederra; la visita al Museo de la Trufa y la Semana Medieval. También, para dejar buen sabor de boca, otra de aventura como el descenso del Ega en piraguas, una tarde en una piscina local y, por último, la despedida gastronómica en la que estudiantes americanos y españoles cocinaron platos típicos.
El monitor Justin Kader afirmaba que los chicos estaban muy contentos con la experiencia y que España les está gustando mucho, sobre todo por las grandes diferencias idiomáticas, la gastronomía o las costumbres. “Es muy bonita y tiene mucha naturaleza, a todos nos encantan las actividades al aire libre”, decía. Deborah Lewis, también monitora, añadía: “la actividad preferida de los chicos son las mañanas con los niños pequeños. Les gusta mucho jugar y cuidar de ellos”.
Los participantes americanos han de ser becados en algún ámbito de sus estudios para acceder al programa, tener una nota media alta y, para ser becados por la organización, pasar con destreza un examen de economía básica. Este año, once de los doce jóvenes fueron becados. Los españoles que colaboran con el programa, todos entre los 15 y los 20 años, fueron escogidos por la empresa que gestiona el albergue, Escur, y con laque la ONG ‘Pandora’ se puso en contacto.
La financiación corre a cargo de las dos ONG’s organizadoras. El coste de la participación de un niño estadounidense ronda los 6.000$ (5.500€). Por su parte, ‘Pandora’ se encarga de todo lo relativo a los
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El origen de la iniciativa
Durante los años 50, tras haber sufrido los estragos de la 2º Guerra Mundial, algunos de los integrantes de la organización, la ONG Pandora, coincidieron en pensamiento. Convencidos de que para evitar que algo similar sucediera de nuevo las sociedades tenían que comprenderse y respetarse, propusieron y realizaron el primer intercambio. Participaron en él jóvenes de Dinamarca, Alemania, Suiza y Estados Unidos, todos varones. Con el paso de los años, la misma organización ha ido confeccionando programas de intercambio entre los que se encuentra este, que además se realiza en otros 25 países, aproximadamente.
