Fascinación por los gigantes

Fascinación por los gigantes

Desde hace ocho años un grupo de niños aprende a bailar sus pequeñas figuras artesanales. Actúan en las fiestas de Santiago, San Miguel y San Pedro

Los gigantes despiertan pasiones entre los niños. Las grandes figuras se erigen como auténticas protagonistas de las fiestas entre el público infantil, una fascinación que se ha trasladado, a escala, a los barrios de Estella en fechas señaladas. Hace ocho años nacía de manera improvisada una comparsa infantil heterogénea que agrupa actualmente a, por lo menos, 24 chavales de entre 4 y 10 años con gigante propio. Algunos son alumnos del Aula de Gaita y Tambor de la Escuela de Música Julián Romano que, además de tocar, bailan los gigantes txikis en las fiestas de Santiago, San Miguel y San Pedro.

Las fiestas patronales, en agosto, son momento de descanso para el grupo infantil. Estella se convierte entonces en territorio para las figuras de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Estella, que de manera mágica hacen su aparición en las calles de la ciudad. Es momento de disfrutar con ellas y de aprender para cuando toque coger las pequeñas y practicar.

Como coordinador de la iniciativa, el gaitero Salvador Martínez, se encarga de organizar las salidas y ensayos de los gigantes txikis en las fiestas de los barrios y de transmitirles nociones de baile, de protocolo festivo e incluso valores como el compañerismo. Los niños llevan sus propios gigantes, cada uno distinto, elaborados de manera artesanal por padres y abuelos. “Para cada niño su gigante es el más guapo del mundo. Se sienten muy orgullosos bailándolo”, cuenta Martínez.

Martínez explica que el grupo nació vinculado con el Aula de Gaita y Tambor, donde el gaitero imparte clases junto con su compañero, el también gaitero, Juan Carlos Duñabeitia. En el Aula, alguno de los alumnos tenía gigante, lo que creó sinergias entre la música y el baile de las figuras. En los orígenes de este movimiento infantil también tuvieron mucho que ver los primeros gigantes pequeños que construyó Antonio Jordana, Andrés y Mª Puy.

La fascinación por las grandes figuras de la comparsa de Estella propició que muchos niños se hicieran con su propia miniatura. Poco a poco se han ido sumando al grupo más chavales con sus gigantes. “Tienen la ilusión de ser ellos los protagonistas, tanto los que tocan como los que bailan. Algunos niños quieren hacer las dos cosas y en algunas actuaciones se tienen que turnar”, añade Martínez.

Pero la participación no se reduce al aspecto artístico. “Intentamos que bailen pero también que se integren y que sepan cómo funciona una comparsa en la calle; que entiendan que la gente tiene que respetar a los gigantes y dejarles paso y que hay que ir vestido adecuadamente. También se transmiten valores mediante el juego, como la necesidad de compartir. De hecho, los niños se dejan los gigantes porque hay quien no tiene y en algunas ocasiones han de esperar su turno para llevarlos”, añade.

Aunque en estas fiestas de Estella no se les verá desfilar, seguro que los comparseros txikis no se pierden el recorrido de los gigantes. La fascinación por las figuras grandes quizá les permita ser cantera en unos años de la comparsa oficial.

LA EXPERIENCIA DE…

Marcos Larrión Elizalde
10 años. Toca el tambor y baila los gigantes txikis.

Marcos Larrion Elizalde toca el tambor en el Aula de Gaita y Tambor de la Escuela de Música Julián Romano desde hace 6 años. Varias son las actuaciones que realiza durante el año en la calle y a ellas se suman las del grupo de gigantes txikis, a veces tocando y otra bailando las figuras. Explica que se lo pasa muy bien siempre pero que si le dan a elegir prefiere tocar el tambor. “De mayor me gustaría seguir tocando el tambor y también bailar los gigantes grandes, aunque sé que es difícil”, apuntó.

Pablo Larrión Elizalde
10 años. Toca el tambor y baila los gigantes txikis.

“Mi hermano y yo nos apuntamos al aula de Gaita y Tambor de la escuela de Música de Estella porque nos gustaba tocar. Algunas de las canciones son más fáciles que otras. Me gusta mucho tocar, incluso más que bailar los gigantes, aunque a veces también los bailo”, explica Pablo Larrión, hermano de Marcos. El niño confiesa que espera siempre con ilusión que llegue el día para salir a tocar o bailar los gigantes a la calle y que de mayor no le importaría bailar las figuras grandes durante las fiestas. Por supuesto, el tambor lo seguirá tocando.

Oier Larrión Artieda
7 años. Toca la gaita y baila los gigantes txikis.

Oier Larrión Artieda lleva ya dos años aprendiendo a tocar la gaita en el Aula de Gaita y Tambor. Todavía no se ha estrenado en lo que a tocar en la calle se refiere, pero espera con ilusión que llegue el momento de hacer sonar las primeras notas. Mientras tanto, disfruta bailando su propio gigante. “Tengo mi gigante, que antes era más pequeño, y lo hemos mejorado porque crecí. Me lo hicieron mi ama, mi aita, mi hermana, que también está en los gigantes, y mi abuela. Es de estructura de madera, con brazos de botella y una cabeza de una chica hecha con pasta das”.

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