El muerto que reposó en la sacristía vieja

Una limpieza en la parroquia de Ayegui saca a la luz unos huesos antiguos que debieron de quedar olvidados y no encontraron sepultura

El hallazgo de restos humanos en el subsuelo de las iglesias, procedentes de enterramientos antiguos, no sorprende. Sin embargo, encontrar huesos en el interior de una caja de madera abandonada en una sacristía no es tan habitual. Así los descubrió, sobre el alféizar de la ventana de la antigua sacristía de la iglesia de Ayegui, su párroco, Germán Martínez, durante una limpieza a fondo en un lugar en el que nadie había entrado en muchas décadas.

En septiembre llegaba a la localidad el nuevo cura de Ayegui, en sustitución del anterior, Jesús Ros, para ocuparse al mismo tiempo de otras ocho parroquias en la zona –Ázqueta, Urbiola, Villamayor de Monjardín, Labeaga, Igúzquiza, Aberin, Morentin y Muniáin. Su inquietud le ha llevado durante estos meses a promover en Ayegui pequeñas acciones de mejora. Entre ellas, la limpieza de la antigua sacristía, cuyo acceso se hace desde otro local anexo a la iglesia y que se encontraba repleto de basura, con trastos antiguos, la mayoría inservibles. Allí se almacenaban también diversas imágenes de santos recuperadas ahora para la parroquia.

“Era un espacio olvidado, solo se abría para coger y dejar junto a la puerta las andas de San Cipriano, y la idea era limpiarlo, e incluso pintar un altarcito para las ánimas del purgatorio. Allí, sobre el alfeizar, y tapada con otras cosas encontré la caja con los huesos. La primera impresión fue pensar en algún fusilamiento de la Guerra Civil porque en los 80 los párrocos se mostraron preocupados por recuperar de la cuneta, pero no había signos”, explica Germán Martínez. A primera vista, apunta, parecen huesos muy antiguos, probablemente de un varón joven.

¿Cómo llegaron allí? ¿Algún traslado de huesos, quizá de un enterramiento a otro, y se quedaron olvidados en el camino? Las hipótesis no encontrarán respuesta y, seguramente, todo quede en anécdota. No obstante, y siguiendo el protocolo, agentes de la Policía Foral se trasladaron a la iglesia para llevarse los huesos para un análisis. En el caso de que tengan más de 80 años se llevarán al osario, pero si data de menos tiempo, la policía abordará el caso más a fondo.

La limpieza de la sacristía, que se realizó durante quince días, permitió llenar dos contenedores con basura y dejó al descubierto paredes decoradas con pintura, sin aparente valor, que hasta el momento quedaban ocultas. “Entre los trastos, hemos rescatado imágenes de santos, que hemos colocado en la iglesia, y vamos a restaurar un farol de respeto para el viático, que también hemos encontrado”, añade el párroco.
Las imágenes de San Martín y San Cipriano y de la virgen de la Inmaculada se muestran en la iglesia junto a San José y San Isidro. Acompaña también un cuadro con el retrato de Faustino Oteiza Segura, ayeguino fusilado en la Guerra Civil con 21 años y beatificado en 1995. “Queremos recuperar su memoria”.

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Aportaciones de los vecinos


La colocación de los santos, antes olvidados en la antigua sacristía, completa una labor de remozado de la iglesia que comenzó con los arreglos de las cubiertas y continuó con pequeños detalles como la colocación de peanas para los santos y de un viacrucis nuevo que rodea las paredes. “Ha sido posible gracias a las aportaciones de los vecinos. También están pendientes las vidrieras de las ventanas y estaría bien poner un suelo de madera más acogedor”, añade Germán Martínez. El párroco oficia a diario misa por la tarde en Ayegui.

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