Días de visitas a los cementerios

El puente del 1 de noviembre acercó a los vecinos de Tierra Estella a los camposantos para adecentar los panteones, poner flores, encender candiles y recordar a los difuntos

En torno al 1 de noviembre, día de Todos los Santos, la actividad en los cementerios cambia drásticamente. Aunque el 1 es la festividad central, cuando las familias visitan las tumbas y los panteones de sus fallecidos, los días previos se convierten también en lugares de referencia. Son jornadas de preparativos, de limpiezas, de colocación de flores, de encendido de candiles, en definitiva, de puesta a punto para el día grande.

Sobre todo la víspera, el día 31, el cementerio de Estella se convertía en un continuo ir y venir de personas para realizar una visita que bien sustituiría a la del día 1 o servía para colocar las últimas flores.
Durante la semana previa, la actividad fue intensa. Explican desde el servicio de mantenimiento del cementerio, que durante la semana se recogían cuatro contenedores de obra con basura, consecuencia de los preparativos. “Estos son los días de más trabajo del año porque es cuando la gente viene y se generan muchísimos residuos”, apuntaba Ángel Mañeru Gorricho.

Ana Mari Pinillos Azpilicueta, de 82 años, se acercaba la víspera al cementerio acompañada de su nieto. “Venimos a encender las velas y a poner las últimas flores. De la limpieza de hierbas y de ponerlo todo bonito se encarga mi hija. Al cementerio venimos bastante a menudo”, decía la mujer. El día 1 seguramente no acudiría y daba la visita por realizada.

“Mañana no sé si vendré, hoy ya me aseguro la visita. La verdad es que no me gusta venir al cementerio, lo hago de vez en cuando pero no me gusta”, explicaba otra de las visitantes, Mª Luisa Sucunza Segura, de 72 años. Su visita era también para colocar las últimas flores.

En la misma faena se encontraban las hermanas Laura y Merche Beitia López. Poner su centro, con flores de casa, y encender las velas eran los cometidos del día. La limpieza del panteón la realizaban los días previos. “Nosotras hemos tomado el testigo de nuestra madre y ella de nuestra abuela. Desde crías veníamos al cementerio y ahora somos las que mantenemos la tradición. De todos modos, subimos cada primer domingo de mes para hacer una visita y cuidar el panteón”, apuntaban.

De continuo, porque forma parte de su cultura, acude Israel Jiménez Jiménez, de 33 años, al cementerio de Estella. “Cada semana venimos a regar y a hacer una visita. Para nosotros tiene mucho significado, aunque tenemos a los difuntos siempre en mente. Hoy es el cuarto día que subo. Vengo a ver cada día uno de los panteones de familiares, por separado, y aquí nos encontramos con otros conocidos”, explicaba.

El panteón ante el que se encontraba no cabía apenas un centro, un ramo más. El color y vistosidad se sumaba a la del resto de tumbas y panteones que lucieron durante unos días su mejor aspecto.

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